Bitácora del Naufragio

Un libro apocalíptico. Un breve tratado de la desesperación, escrito por la encarnación del tenebroso Lovecraft; por el Meyrink bogotano: El genial Mario Mendoza. Mario, con esa capacidad que tiene para adentrarse en lo oscuro, en lo extraño; para escuchar a los fantasmas que murmura en las sombras, para profetizar con la vehemencia de un profeta del Antiguo Testamento, sobre la hecatombe inminente que amenaza con borrar a la humanidad de la faz del planeta. nos habla con absoluta claridad de esta pesadilla que afrontamos todos los humanos, el terrible covid19. Y lo hace, a través de una serie de relatos magistralmente narrados, en donde la tragedia, la muerte,el peligro, están, acechándonos para torcer nuestro destino y cambiar nuestras vidas. Mario es un maestro del relato de terror. Él habría podido nacer en la Inglaterra de niebla y de lluvia, donde los asesinos se ocultaban en oscuros callejones esperando a sus víctimas. O en la Praga esotérica y misteriosa, de aquel emperador alquimista, Rodolfo II de Habsburgo. La literatura de Mario Mendoza, nos inquieta, nos deja con la sensación que alguien o algo, se esconde en algún rincón de nuestra casa. Esta es una demostración de su maestría narrativa. De su capacidad para atrapar al lector y alterar el ritmo de su corazón. Un libro extraordinario. Lo recomiendo ampliamente.Recomendado del librero.Al igual que los niños que seguían al flautista de Hamelin, la humanidad caminaba con alegre indiferencia hacia el desastre, convencida de que sus excesos y avances eran prueba de evolución y desarrollo, hasta que surgió la pandemia que puso al mundo entero patas arriba De la noche a la mañana todo se ralentizó o se detuvo, el tiempo se distorsionó y muchos tuvieron la sensación de estar atrapados en un bucle de pesadilla Mario Mendoza anticipó con lucidez este desastre en varias de sus novelas como Lady Masacre Diario del fin del mundo Akelarre y Crononautas y en los relatos de El libro de las revelaciones Ahora, en Bitácora del naufragio atestigua desde su confinamiento los días extraños que vivimos y nos invita a “que aceptemos este desastre con frialdad, sin esperanza, pero también sin dramatismo, y tomemos algunas notas mientras nos hundimos”